Ideas

Snapshot_20140321_37Esta es una entrada más dentro de la misma pila de textos olvidados. Yo sé que suena dramático, pero si logra aminorarlo, miento cuando hablo de muchos de mis textos, siendo que un texto debe estar escrito en algún lado para llevar ese nombre. Si me preguntaran, tendría que dar la clásica explicación del cuenta cuentos perezoso, “todo está en mi cabeza”. Algo de verdad y algo de mentira tiene, cuando hablo de un texto o una canción en proceso tengo una idea sólida sobre lo que quiero transmitir y el mensaje que quiero arrojar, pero joder que yo no soy de escribir ideas… y quizá es por eso que soy tan olvidadizo. Esta entrada es una de esas viejas ideas que sencillamente perdió propósito, pero igual decidí terminarla hoy. Debo explicarme, quería escribir una carta a una vieja amiga. Una carta sin sentimentalismo ni mensajes de añoranza y sin esperar una respuesta, quizá con el único propósito de charlar sobre cosas sin sentido y sembrar una idea en su cabeza, ¿Qué demonios paso?; porque cabe a aclarar que ya no me habla. Me parece un ejercicio creativo fresco escribir a quien se sabe que no responderá, de vez en cuando deseo hablar y sólo hablar; organizar ideas, saber que me están juzgando al escucharme y leerme, pero optar por ignorarlo por no poder oír nada. Quería hablar sobre lo poco que dormí en las vacaciones de primavera, Ucrania, Vetusta Morla, mi sobrino/hijo de mi ahijada, psicopatía, narcisismo, maquiavelismo y todo ese tipo de cosas psicologosas de las que hablo emocionado por el hecho de complacerme a mí mismo, incluso cuando sé que el pobre de mí escucha no está interesado, pero está entrada quedo guardada demasiado tiempo como “idea”. Hoy en vez tendría que hablar sobre lo poco que duermo  estos días, que es lo mismo a no dormir en vacaciones, pero no es igual. Tendría que quejarme de lo inaudito que suena que en un año la ciudad haya demolido el ayuntamiento, construido un estadio de béisbol, organizado eventos e inaugurado el local, mientras en un año y medio la universidad no ha podido poner pasto. Contaría de cómo en un avión rumbo a la ciudad de México releí “Las batallas en el desierto” de José Emilio Pacheco (libro del que hablé hace un par de entradas) y casi rompo en llanto como si hubiera estado esperando otro final. Resulta toda una experiencia eso de releer historias o volver a ver películas esperando desde lo más profundo del alma un final diferente que por obvias razones no ocurre… o esto quizá sólo es lo que quiere decir el niño de 5 años que fui protestando la muerte de Mufasa. Falleció Gabriel García Márquez y, con toda la pena del mundo, debo admitir que nunca leí de él más que un par de cuentos. Murió el último de los Buendía dejándome sabiendo quien es, pero sin darme la oportunidad de conocerlo hasta después de su partida. Sentí la necesidad de empezar “Cien años de soledad” al saber de su muerte, pero estas semanas sólo me han durado para leer “El coronel no tiene quien le escriba”, corto libro que es tan vívido que duele. Después de semanas de insistencia mis padres cedieron en regalarle un perro a mi hermano menor, un pastor alemán de sólo 3 meses. El cachorro, llamado Apollo, llego a casa con muriendo de miedo y desconociendo todo, pero siguiendo instintivamente a quien se le pusiera enfrente. Como suele suceder, lloraba la ausencia de su madre y sus hermanos, pero en particular este perro tenía la mirada más triste que jamás había visto. Llevaba sólo un par de horas en la casa cuando el perro cayo deprimido en su cama y lloraba callado, sin quejidos y sólo dejando rodar sus lágrimas. Con sólo una semana en casa,  a Apollo se le detecto un problema cardiaco y falleció durante una cirugía a corazón abierto. Los ojos tristes de Apollo sólo podían compararse a los de mi pequeño hermano después de su partida y hasta ese momento caí en cuenta de lo rápido que se puede desarrollar una amistad profunda. Aquí decido terminar con este manojo de ideas, ya que por fin he descubierto que una pila de ideas completas no hacen más que un texto incompleto como el que hoy les presento. Aprovecho para invitarlos a leer mi última entrada,  el texto NO RELIGIOSO, ‘Lázaro’. Esto es ‘Así pasa cuando sucede’, espero que esta entrada desordenada y un poco más larga de lo usual haya sido de su agrado, hasta pronto.