Siete simples reglas para una vida en escondite (Revisitado)

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Uno: Nunca confíes en un policía vestido con un abrigo de lluvia.
Dos: Cuidado con el entusiasmo y con el amor, ambos son temporales e influenciables.
Tres: Cuando te pregunten si te importan los problemas del mundo, mira profundamente a los ojos de quien pregunte; no volverá a preguntar.
Cuatro y cinco: Nunca des tu verdadero nombre;
Si algún día te piden que te observes detenidamente, no lo hagas.
Seis: Nunca digas o hagas nada que la persona frente a ti no pueda entender.
Y siete: Nunca crees nada; será mal interpretado. Te encadenará y perseguirá por el resto de tu vida, y nunca cambiará.

-Bob Dylan en Advice For Geraldine On Her Miscellaneous Birthday

Es complicado hablar del escondite como un recurso de afrontamiento. Es paradójico, en la naturaleza el escondite es resultado del neuroticismo, una herramienta para las especias más indefensas contra depredadores. Es difícil explicar el escondite sin hacerlo ver como latente debilidad. El recóndito es un ser vulnerable, que no es sinónimo de debilidad, sino fragilidad, y no extiende a permanencia del estado. La acción ética es afrontar, pero al carecer de control y a la necesidad de la espera, ¿Cómo se le puede juzgar al que se esconde?

¿Y qué hay de los seres que evaden a través de la compañía? El escondite que garantizó la supervivencia de ancestros ahora es un mecanismo de contención para la sanidad. Es el afrontamiento forzoso, es un recuento de daños, es introspección.

Como un buen mutante de dos metros de altura, de pies torpes que tienden a tropezar y cabeza ruidosa que a menudo obliga a preguntar -Disculpen, ¿alguien ha visto mis llaves? – el sigilo es una proeza. Las exigencias laborales, mis dependientes y la necesidad de disponibilidad para evitar la crisis dado el carácter de mi trabajo han hecho de mi escondite una terquedad; un intento obstinado por la sanidad mental.

Y esa es la historia del hombre-Muppet, del unicornio azul perdido, de las mil y un grullas de papel y demás ideas de una mente en escondite. Es la historia de las ovejas, de las narrativas de Leonard Cohen y Facundo Cabral, la historia de los relatos condenados a jamás ser leídos por haber ido a parar a éste sitio.

Aquí la publicación original del blog:

https://migueldesanti.wordpress.com/2012/09/25/siete_simples_reglas_para_una_vida_en_escondite/

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